Comentario
La escultura acadia tuvo también en el relieve, al igual que había ocurrido en Sumer durante las etapas anteriores, un campo muy apropiado para expresar los nuevos criterios estéticos, cuya finalidad no era otra que exaltar las gestas de sus soberanos.
En ese sentido, el relieve acadio, del que interesa la voluntad realista de las escenas, hay que estudiarlo ante todo en las denominadas Estelas de la Victoria, testigos del nuevo enfoque temático que significaba la ruptura de las ideas religiosas tradicionales (aunque estuviesen presentes algunos símbolos de divinidades) en beneficio de los propios reyes acadios.
La victoria real fue prácticamente el tema único y exclusivo de tales piezas relivarias que, labradas en algún taller imperial de Akkadé, fueron luego distribuidas por todo el Imperio para así difundir el mensaje de la ideología del monarca.
De la época de Sargón provienen dos fragmentos de diorita (hoy en el Museo del Louvre), que formaron parte tal vez de una estela, cuya temática y tipología son todavía subsidiarias de la anterior etapa sumeria. Uno de ellos (50 cm), conserva la decoración de sus cuatro lados, aunque uno en muy mal estado: en el friso inferior vemos a Sargón, asistido por un sirviente con parasol, al frente de su ejército; en el superior, aparece el desfile de siete prisioneros, desnudos y atados, conducidos por un soldado, y la ejecución de algunos otros. El segundo fragmento (54 cm) presenta la gran red repleta de enemigos, sostenida no por un dios (como era el caso de la Estela de los Buitres), sino por el propio Sargón, del que se ha conservado parte de su espalda, brazo y mano derechos. Asimismo, en este fragmento se figura entronizada a la diosa Ishtar, ante quien el rey ha depositado la red.
A Rimush (2278-2270), el hijo y sucesor de Sargón, debe adscribírsele el fragmento de otra Estela de la Victoria, decorada en sus dos caras. Lo más novedoso en ella es la clase de armamento que aparece representado, además del tipo de vestimenta, mucho más ligera.
Una tercera estela de diorita (restan 46,2 cm) del Museo del Louvre debe fecharse en época de Manishtushu (2269-2255), a pesar de que algunos la consideren de Sargón. El mayor canon de las figuras de los prisioneros, conducidos por un soldado acadio, y la mayor vivacidad compositiva anuncian una nueva fase estética acadia. Debe adscribirse a Manishtushu -¿o quizás a Rimush?- la Estela de Nasiriya, en alabastro, cuyos fragmentos se hallan repartidos entre los Museos de Iraq y de Boston. Uno de ellos, con los consabidos prisioneros desnudos atados por los brazos y con los cuellos sujetos con largos palos, nos hace pensar en alguna de las campañas de tal rey llevadas por Cilicia.
La máxima calidad plástica de las estelas, sin embargo, se manifestó durante el reinado de Naram-Sin. La famosísima Estela de la Victoria de este rey habla ante todo no sólo de nuevas concepciones estéticas, sino también de un nuevo mensaje político, dado que la victoria sobre los enemigos se había debido no a los dioses, sino al propio esfuerzo del soberano, que se llega a representar incluso como divinidad (en sus textos ya se había intitulado dios), al retratarse tocado con la tiara de cornamentas.
Dicha Estela (2 por 1,05 m), hallada en Susa y hoy en el Louvre, había estado colocada originariamente en Sippar. Está trabajada en arenisca rosada y presenta en un único campo compositivo, adaptado a la forma puntiaguda de la piedra, su victoriosa lucha contra la insumisa tribu de los lullubitas, habitantes de los montes Zagros. El rey, a gran tamaño, y armado con hacha de combate, arco y flechas, pone su pie sobre los enemigos caídos, mientras que Satuni, el jefe lullubita le suplica piedad. Los soldados elevan sus rostros desde los senderos que conducen a la montaña a fin de contemplar aún mejor la grandeza y el poderío de su soberano, rey de las cuatro regiones del Universo. Tres emblemas astrales (de los siete que originariamente tuvo), representación de los grandes dioses, testimonian la presencia divina, pero es evidente que el rey acadio es quien acapara el interés central.
Todavía a Naram-Sin pertenece un fragmento de otra Estela de caliza (55 cm de altura; Museo de Estambul), encontrada en Pir Husein, cerca de Diyarbakir. En dicho fragmento aparece el rey acadio no como un guerrero, sino como un piadoso sacerdote actuando durante la ceremonia de la fundación de un templo, con un peinado un tanto artificioso, semejante al que veíamos en el casco ceremonial de Meskalamdug.
De una de las hijas de Sargón, Enkheduanna, nos ha llegado un pequeño objeto discoidal, de Ur (26 cm de diámetro; Universidad de Pennsylvania), de gran calidad plástica, sobre cuya superficie se la representa tocada con turbante, actuando como suprema sacerdotisa en el transcurso de una libación ante el dios del cielo An.